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María Blanchard

María Gutiérrez Blanchard, pintora española, nacida en Santander (Cantabria) el 6 de marzo de 1881 y fallecida en París, 5 de abril de 1932.



María Blanchard nace el 6 de marzo de 1881 en el seno de una familia de la nueva burguesía montañesa, hija de Enrique Gutiérrez-Cueto, natural de Cabezón de la Sal (Cantabria) y de Concepción Blanchard y Santiesteban, natural de Biarritz. La familia Gutiérrez-Cueto Blanchard, tenía ya dos hijas cuando nació María, Aurelia, y Carmen; años más tarde nacería su otra hija Ana.

De posición acomodada, se movía en un medio muy culto; no en vano su abuelo, Castor Gutiérrez de la Torre, fue el fundador de La Abeja montañesa y su padre de El Atlántico, prestigioso diario liberal que dirigió durante diez años pese a trabajar en la Junta de Obras del Puerto.
 

María viene al mundo marcada físicamente como consecuencia de la caída que sufre su madre embarazada al bajarse de un coche de caballos. Esta deformidad resultante de una cifoscoliosis con doble desviación de columna, condicionará desde su nacimiento su destino y la devoción por su trabajo.
Su enfermedad, hace que rehuyera obsesivamente, por lo que apenas existen fotografías de la artista. "Tan amante de la belleza, sufría con su deformidad hasta un grado impresionante", escribe su prima Josefina de la Serna. La pluma de Ramón Gómez de la Serna, nos deja su mejor descripción: "Menudita, con su pelo castaño despeinado en flotantes Abuelos, con su mirada de niña, mirada susurrante de pájaro con triste alegría". Algunas de sus palabras: "no tengo talento, lo que hago lo hago sólo con mucho trabajo" o "cambiaría toda mi obra... por un poco de belleza", reflejan su propia opinión sobre su físico y su obra.

 

El ambiente familiar, culto y refinado, habrá de influir decisivamente en su formación. Su padre le inculca el amor y el conocimiento del arte, cultivando desde su más temprana edad sus dotes para el dibujo y su extraordinaria sensibilidad.
Animada por los suyos emprende decididamente el camino del arte trasladándose en el año 1903 a Madrid donde comienza el desarrollo de su verdadera vocación. Sus primeros pasos vacilantes se dirigen al estudio de Emilio Sala, cuya precisión en el dibujo y exuberancia en el color influirán en sus primeras composiciones. En Madrid siente el rechazo de una sociedad cerrada.
Al año siguiente muere su padre, por lo que toda la familia decide trasladarse a Madrid, fijando su residencia en la calle Castelló nº7.
Estudió en el año 1906 con Fernando Álvarez de Sotomayor y empieza a exponer en Bellas Artes. Dos años más tarde concurre de nuevo, consiguiendo tercera medalla de pintura con la obra Los primeros pasos. Ese año entra en el taller de Manuel Benedito. La diputación de Santander y el Ayuntamiento de su ciudad natal le conceden unas becas que utilizaría para proseguir sus estudios en París y convertirse en la pintora que todos conocemos.



Su pasión por el arte, el ambiente y sus amigos hacen que su tercer viaje a París, sea definitivo. María Blanchard nunca más regresará a España.



Su entierro, como su vida, no pudo ser más sencillo, siendo enterrada en el cementerio de Bagneux acompañándola en su último viaje, Francisco Pompey, André Lhote, César Abín, Angelina Beloff, Isabel Riviére y parte de su familia; junto a ellos un gran número de indigentes y vagabundos a los que la artista había auxiliado a lo largo de muchos años.

El artículo que aparece en L´Intransigeant, resume toda una vida: "La artista española, ha muerto anoche, después de una dolorosa enfermedad. El sitio que ocupaba en el arte contemporáneo era preponderante. Su arte, poderoso, hecho de misticismo y de un amor apasionado por la profesión, quedará como uno de los auténticos artistas y más significativos de nuestra época. Su vida de reclusa y enferma, había por otro lado contribuido a desarrollar y a agudizar singularmente una de las más bellas inteligencias de ese tiempo".

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